Siempre hay que
tener cierto cuidado cuando se trata con textos antiguos. En concreto, nos
vamos a adscribir a las crónicas medievales árabes, que están repletas de
elementos ficticios, leyendas que se remontan a tradiciones anteriores – a
veces incluso se puede rastrear el sustrato clásico y helenístico de éstas – que
pudieron haberse transmitido de forma oral durante mucho tiempo, o a través de
crónicas anteriores con las que no contamos hoy en día. El problema, ya
centrándonos en la conquista de Hispania por los musulmanes, es que no contamos
con relatos creados en ese mismo momento, sino que la mayoría de las obras que
nos han llegado son posteriores, aunque narren los acontecimientos del 92/711. La
complejidad que encierran las fuentes sobre la conquista permite, sin embargo,
desgajar algunas leyendas interesantes que luego se trasvasarían al imaginario colectivo
como demuestra el fenómeno de “los sueños de Lucrecia”, que en el siglo XVI
identificaron al rey Felipe III como don Rodrigo. La historiografía medieval
española, como señaló Eduardo Manzano Moreno en su artículo las fuentes árabes sobre la conquista de
al-Andalus, ha tenido como tema recurrente precisamente lo ocurrido en ese
92/711.