domingo, 29 de diciembre de 2013

Mujer y saber en al-Andalus: un esbozo

El texto coránico no diferencia entre musulmán y musulmana, pero sí que tiene en cuenta la disparidad entre hombres y mujeres, tal y como sucede en otras religiones monoteístas. Con esta entrada queremos describir, de forma general, algunos aspectos de la vida femenina en al-Andalus por los que sabemos en buena parte por obras literarias, más que por fuentes cronísticas. 



En el Corán hay un par de aleyas que ilustran esta situación: la primera se refiere a la igualdad entre los creyentes [C, 33:35] “Dios ha preparado perdón y magnífica recompensa para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes, los pacientes y las pacientes (…)”  y una segunda aleya, escogida entre un grupo de las que presentan la posición inferior de la mujer respecto al hombre [C, 4:11] “Dios os ordena lo siguiente en lo que toca a vuestros hijos: que la porción del varón equivalga a la de dos hembras. Si éstas son más de dos (a falta de heredero varón), les corresponderán dos tercios de la herencia. Si es hija única, la mitad (…)”. Por otra parte, tres de los cincos pilares básicos del islam están condicionados por la naturaleza femenina: el ayuno, la peregrinación y la oración no se pueden realizar en estado de impureza. La menstruación o el parto son situaciones en las que las mujeres se consideran impuras.

Muchos estudios revelan que el estatus y los roles femeninos de las mujeres dentro de las sociedades musulmanas, así como las estructuras patriarcales y las relaciones de género, no tienen que ver únicamente con la religión, pues aunque las mujeres musulmanas experimenten directamente las consecuencias de las interpretaciones de los textos religiosos, lo cierto es que hay que tener en cuenta factores circunstanciales tanto políticos y económicos como culturales. Además, algunos autores como A. Barlas hacen hincapié en que se preste atención a ciertos aspectos liberadores hacia la mujer, insertos en las enseñanzas coránicas.
En al-Andalus, la segregación de sexos y la prohibición de contactos inapropiados entre hombres y mujeres era algo cotidiano. Historiográficamente, desde los estudios de F. J. Simonet se construyó la idea de una sociedad abierta que permitía un radio de libertad muy amplio para las mujeres, pero gracias a las recientes investigaciones de autoras como M. Marín sabemos que esa libertad era relativa y que efectivamente había una separación funcional y espacial entre ambos géneros, en base a esa desigualdad jurídica entre hombres y mujeres. Según esta autora “la consulta sistemática de los textos andalusíes ofrece un panorama mucho más diverso y matizado de lo que estas generalizaciones hacen suponer”. Lugares como el zoco o los baños son espacios de reunión entre las mujeres, mientras que ya durante el califato de Córdoba los juristas discutieron la validez del rezo femenino en las mezquitas, si estaba justificada su presencia allí, o se debía limitar aún más el espacio femenino únicamente al ámbito doméstico.


En lo relativo al campo del saber en al-Andalus, no hubo un solo centro de cultura donde se dieran casos de mujeres que desarrollaron una actividad intelectual y literaria, sino depende de cada período político. En época omeya, la importancia de las demás ciudades respecto de Córdoba debía de ser muy relativa, pero no así en el período que va desde la caída del califato hasta la conquista cristiana. Se sabe que hubo mujeres ‘ālimāt (que sabían, tenían conocimientos o algún tipo de instrucción) aunque no se les reconocía generalmente como estudiosas. Es interesante ver cómo la lectura (qirā’a) coránica, uno de los primeros pasos en la educación infantil en el islam, les estaba vetada generalmente a muchas andalusíes, y aquellas mujeres que sobresalieron en sus estudios lo hicieron fuera del ámbito familiar.  Un ejemplo lo encontramos en el siglo XI, al-‘Abbādiyya fue esclava del rey al-Mu‘taḍid ‘Abbād b. Muḥammad (1042-1069) y destacó como adība, es decir, mujer de letras, secretaria, poetisa y hacía gala de grandes conocimientos de Lexicografía. Se dice que nadie en toda Sevilla, salvo ella, conocía la palabra faḥṣa (hoyuelo en la mejilla). Aunque se desconoce su origen, probablemente europeo, seguramente recibió una esperada educación en Oriente, como consta en otros casos. Ibn Ḥayyān elogia la obra de otra mujer célebre que vivió en Córdoba entre los siglos X y XI, ‘Ā’iša Bint Aḥmad, panegirista de los amiríes, que llegó a alcanzar una posición relevante e influyente. De ella sabemos que poseía una bella caligrafía, se dedicó también a la copia de ejemplares coránicos (maṣāḥif) y cuadernos (dafātir) y que su interés por el saber era tal que llegó a reunir una gran biblioteca, aunque de sus poemas se han conservado solo algunos fragmentos traducidos por T. Garulo y Mª J. Rubiera. Hemos hablado de una esclava, pero la mayoría de las mujeres piadosas eran libres (hurra), algo que tiene que ver con su extracción social, generalmente dentro de una clase relativamente acomodada, ciudadana, con fácil acceso al conocimiento.


Hay muchos más aspectos interesantes sobre la mujer andalusí a los que no hemos hecho referencia por una cuestión obvia: la limitación de espacio a la que estamos sujetos en el blog. Así que, para concluir, queremos resaltar cómo las prácticas intelectuales a las que se dedicaron algunas mujeres fue algo excepcional, fuera del ámbito doméstico al que la generalidad del género femenino estaba relegado, aunque esto habría que matizarlo, pues dependía mucho de la clase social a la que perteneciese y del período político dentro de la historia de al-Andalus. 

Para saber más:

BARLAS, A. "Believing women" in Islam: unreading patriarcal interpretations of the Qur'an, University of Texas Press, 2002
MARÍN, M. Mujeres en al-Andalus, Centro Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2000 
LÓPEZ DE LA PLAZA, G. al-Andalus: mujeres, sociedad y religión, Atenea, Estudios sobre la mujer, Universidad de Málaga, 1992 

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