El mi’rāŷ es, según la tradición islámica, la
ascensión del Profeta desde Jerusalén hasta el Trono de Dios, tras la isrā’ o
Viaje Nocturno de La Meca a al-Quds, Jerusalén. Este acontecimiento apenas
aparece narrado en el Corán, y será en torno a un ḥadīṭ (basado en la sūra 17
del Corán), y a la piedad popular y sufí como se construya toda la tradición
respecto a este episodio. En él se observar con claridad el carácter de
continuación y de “sello de profetas” de la misión de Muḥammad, así como el
origen de las cinco oraciones del islām. Os dejamos el texto del ḥadīṭ
correspondiente para que os deleitéis con su lectura, así como con lo que para
los sufíes significa un símbolo de la subida del alma hacia Dios. Prescindimos
del isnād, cadena de transmisores, para facilitar la lectura:
Dijo el Enviado de Dios, la bendición y la paz de
Dios con él: “Traje a al-Burāq (que es una acémila blanca, algo más alta que un
asno, pero menos que una mula. Tiene pezuñas al final de sus extremidades)”.
Dijo: “Monté en ella hasta que llegué a la Casa Santificada”. Dijo: “La até con
la brida con la que la ataron los profetas”. Dijo: “Luego, entré a la mezquita
y en ella recé dos inclinaciones. Luego salí y vino a mí Gabriel, sobre él la
paz, con una copa de vino y una copa de leche. Yo escogí la leche. Gabriel
dijo: “Has escogido según la disposición con que Dios te creó”. Luego se alzó
con nosotros hacia el cielo. Gabriel pidió que le abrieran y se le dijo: “¿Quién
eres?”. Respondió: “Gabriel”. Se le dijo: “¿Y quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad”.
Se le dijo: “¿Ya ha sido enviado?” Respondió “Ya ha sido enviado”. Y se nos
abrió. Allí estaba yo con Adán. Me dio la bienvenida y me deseó el bien. Luego
nos alzó hasta el segundo cielo. Gabriel, sobre él la paz, pidió que le abrieran.
Y se le dijo: “¿Quién eres?”. Respondió: “Gabriel”. Se le dijo: “¿Y quién está
contigo?”. Respondió: “Muḥammad”. Allí estaba yo con los dos primos, Jesús, hijo
de María, y Juan, hijo de Zacarías, las bendiciones de Dios sobre ambos. Me
dieron la bienvenida y me desearon el bien. Luego me alzó hasta el tercer cielo
y Gabriel pidió que le abrieran. Se le dijo: “¿Quién eres?”. Respondió: “Gabriel”.
Se le dijo: “¿Y quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad, la bendición y la
paz de Dios con él”. Se le dijo: “¿Ya ha sido enviado?” Respondió “Ya ha sido
enviado”. Y se nos abrió. Allí estaba yo con José, la bendición y la paz de
Dios con él. Él hizo un gesto agradable, me dio la bienvenida y me deseo el
bien. Luego nos alzó hasta el cuarto cielo. Pidió Gabriel, sobre él la paz, que
le abrieran. Se le dijo: “¿Quién eres?”. Respondió: “Gabriel”. Se le dijo: “¿Y
quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad”. Se le dijo: “¿Ya ha sido enviado?”
Respondió “Ya ha sido enviado”. Y se nos abrió. Allí estaba yo con Idris. Me
dio la bienvenida y me deseó el bien. Dios, ensalzado y glorificado sea, dijo: “Nosotros
le elevamos hacia un lugar alto”. Luego nos alzó hasta el quinto cielo. Gabriel
pidió que le abrieran. Se le preguntó. “¿Quién va?”. Respondió: “Gabriel”. Se
le dijo: “¿Y quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad”. Se le dijo: “¿Ya ha
sido enviado?” Respondió “Ya ha sido enviado”. Y se nos abrió. Allí estaba yo
con Aarón, la bendición y la paz de Dios con él. Me dio la bienvenida y me
deseó el bien. Luego nos alzó hasta el sexto cielo. Gabriel, sobre él la paz,
pidió que le abrieran. Se le preguntó. “¿Quién va?”. Respondió: “Gabriel”. Se
le dijo: “¿Y quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad”. Se le dijo: “¿Ya ha
sido enviado?” Respondió “Ya ha sido enviado”. Y se nos abrió. Allí estaba yo
con Moisés, la bendición y la paz de Dios con él. Me dio la bienvenida y me
deseó el bien. Luego nos alzó hasta el séptimo cielo. Gabriel pidió que le
abrieran. Se le preguntó. “¿Quién va?”. Respondió: “Gabriel”. Se le dijo: “¿Y
quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad”. Se le dijo: “¿Ya ha sido enviado?”
Respondió “Ya ha sido enviado”. Y se nos abrió. Allí estaba yo con Abraham, la
bendición y la paz de Dios con él, que tenía la espalda apoyada en la Morada de
la Vida. De ella entraban y salían cada día setenta mil ángeles. Luego me llevó
hasta el loto del límite[1],
cuyas hojas se parecen a las orejas de los elefantes y cuyos frutos son del
tamaño de una cántara. Dijo: “Cuando la cubre un velo, por orden de Dios,
cambia, y ninguna criatura de Dios puede describirla por su enorme belleza.
Dios me inspiró lo que me inspiró; me prescribió cincuenta oraciones cada día y
cada noche. Volví junto a Moisés, la bendición y la paz de Dios con él, y dijo:
“¿Qué ha prescrito tu Señor para tu nación?”. Repliqué: “Cincuenta oraciones”.
Dijo: “Vuelve a tu Señor y pídele una rebaja, porque tu nación no podrá
soportarlo. Yo probé a los hijos de Israel y los examiné. Dijo: “Regresé a mi
señor y dije: ‘¡Señor!, haz una rebaja a mi nación’”. Y me descontó cinco. Y
volví junto a Moisés y le dije: “Me ha descontado cinco”. Dijo: “tu nación no
podrá soportarlo, así que vuelve a tu Señor y pídele una rebaja”. No cesé de ir
y venir de mi Señor, bendito y ensalzado sea, a Moisés, sobre él la paz, hasta
que dijo “¡Muḥammad!, serán cinco las oraciones cada día y cada noche. A cada
una de ellas le corresponde una decena, así serán cincuenta oraciones y quien
piense una maldad pero no la cometa, no se le registrará nada. Pero si la lleva
a cabo se le computará como una sola mala acción”. Dijo: “Descendí hasta Moisés,
la bendición y la paz de Dios con él, y le informé.” Dijo: “Vuelve a tu Señor y
pídele una rebaja”. Pero el Enviado de Dios, la bendición y la paz de Dios con
él: “Dije: He vuelto tantas vees a mi Señor, que ya tengo vergüenza ante él”.
(MUSLIM. Dār al-Fikr, Beirut, h. 161, vol. I, pp. 170-174)
Javier Albarrán
[1]
Según Muslim, es el lugar
hasta donde alcanza el conocimiento de los ángeles y que sólo puede ser
atravesado por el Profeta.
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