sábado, 22 de diciembre de 2012

El MI’RĀŶ (La Ascensión del Profeta)


El mi’rāŷ es, según la tradición islámica, la ascensión del Profeta desde Jerusalén hasta el Trono de Dios, tras la isrā’ o Viaje Nocturno de La Meca a al-Quds, Jerusalén. Este acontecimiento apenas aparece narrado en el Corán, y será en torno a un ḥadīṭ (basado en la sūra 17 del Corán), y a la piedad popular y sufí como se construya toda la tradición respecto a este episodio. En él se observar con claridad el carácter de continuación y de “sello de profetas” de la misión de Muḥammad, así como el origen de las cinco oraciones del islām. Os dejamos el texto del ḥadīṭ correspondiente para que os deleitéis con su lectura, así como con lo que para los sufíes significa un símbolo de la subida del alma hacia Dios. Prescindimos del isnād, cadena de transmisores, para facilitar la lectura:


Dijo el Enviado de Dios, la bendición y la paz de Dios con él: “Traje a al-Burāq (que es una acémila blanca, algo más alta que un asno, pero menos que una mula. Tiene pezuñas al final de sus extremidades)”. Dijo: “Monté en ella hasta que llegué a la Casa Santificada”. Dijo: “La até con la brida con la que la ataron los profetas”. Dijo: “Luego, entré a la mezquita y en ella recé dos inclinaciones. Luego salí y vino a mí Gabriel, sobre él la paz, con una copa de vino y una copa de leche. Yo escogí la leche. Gabriel dijo: “Has escogido según la disposición con que Dios te creó”. Luego se alzó con nosotros hacia el cielo. Gabriel pidió que le abrieran y se le dijo: “¿Quién eres?”. Respondió: “Gabriel”. Se le dijo: “¿Y quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad”. Se le dijo: “¿Ya ha sido enviado?” Respondió “Ya ha sido enviado”. Y se nos abrió. Allí estaba yo con Adán. Me dio la bienvenida y me deseó el bien. Luego nos alzó hasta el segundo cielo. Gabriel, sobre él la paz, pidió que le abrieran. Y se le dijo: “¿Quién eres?”. Respondió: “Gabriel”. Se le dijo: “¿Y quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad”. Allí estaba yo con los dos primos, Jesús, hijo de María, y Juan, hijo de Zacarías, las bendiciones de Dios sobre ambos. Me dieron la bienvenida y me desearon el bien. Luego me alzó hasta el tercer cielo y Gabriel pidió que le abrieran. Se le dijo: “¿Quién eres?”. Respondió: “Gabriel”. Se le dijo: “¿Y quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad, la bendición y la paz de Dios con él”. Se le dijo: “¿Ya ha sido enviado?” Respondió “Ya ha sido enviado”. Y se nos abrió. Allí estaba yo con José, la bendición y la paz de Dios con él. Él hizo un gesto agradable, me dio la bienvenida y me deseo el bien. Luego nos alzó hasta el cuarto cielo. Pidió Gabriel, sobre él la paz, que le abrieran. Se le dijo: “¿Quién eres?”. Respondió: “Gabriel”. Se le dijo: “¿Y quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad”. Se le dijo: “¿Ya ha sido enviado?” Respondió “Ya ha sido enviado”. Y se nos abrió. Allí estaba yo con Idris. Me dio la bienvenida y me deseó el bien. Dios, ensalzado y glorificado sea, dijo: “Nosotros le elevamos hacia un lugar alto”. Luego nos alzó hasta el quinto cielo. Gabriel pidió que le abrieran. Se le preguntó. “¿Quién va?”. Respondió: “Gabriel”. Se le dijo: “¿Y quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad”. Se le dijo: “¿Ya ha sido enviado?” Respondió “Ya ha sido enviado”. Y se nos abrió. Allí estaba yo con Aarón, la bendición y la paz de Dios con él. Me dio la bienvenida y me deseó el bien. Luego nos alzó hasta el sexto cielo. Gabriel, sobre él la paz, pidió que le abrieran. Se le preguntó. “¿Quién va?”. Respondió: “Gabriel”. Se le dijo: “¿Y quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad”. Se le dijo: “¿Ya ha sido enviado?” Respondió “Ya ha sido enviado”. Y se nos abrió. Allí estaba yo con Moisés, la bendición y la paz de Dios con él. Me dio la bienvenida y me deseó el bien. Luego nos alzó hasta el séptimo cielo. Gabriel pidió que le abrieran. Se le preguntó. “¿Quién va?”. Respondió: “Gabriel”. Se le dijo: “¿Y quién está contigo?”. Respondió: “Muḥammad”. Se le dijo: “¿Ya ha sido enviado?” Respondió “Ya ha sido enviado”. Y se nos abrió. Allí estaba yo con Abraham, la bendición y la paz de Dios con él, que tenía la espalda apoyada en la Morada de la Vida. De ella entraban y salían cada día setenta mil ángeles. Luego me llevó hasta el loto del límite[1], cuyas hojas se parecen a las orejas de los elefantes y cuyos frutos son del tamaño de una cántara. Dijo: “Cuando la cubre un velo, por orden de Dios, cambia, y ninguna criatura de Dios puede describirla por su enorme belleza. Dios me inspiró lo que me inspiró; me prescribió cincuenta oraciones cada día y cada noche. Volví junto a Moisés, la bendición y la paz de Dios con él, y dijo: “¿Qué ha prescrito tu Señor para tu nación?”. Repliqué: “Cincuenta oraciones”. Dijo: “Vuelve a tu Señor y pídele una rebaja, porque tu nación no podrá soportarlo. Yo probé a los hijos de Israel y los examiné. Dijo: “Regresé a mi señor y dije: ‘¡Señor!, haz una rebaja a mi nación’”. Y me descontó cinco. Y volví junto a Moisés y le dije: “Me ha descontado cinco”. Dijo: “tu nación no podrá soportarlo, así que vuelve a tu Señor y pídele una rebaja”. No cesé de ir y venir de mi Señor, bendito y ensalzado sea, a Moisés, sobre él la paz, hasta que dijo “¡Muḥammad!, serán cinco las oraciones cada día y cada noche. A cada una de ellas le corresponde una decena, así serán cincuenta oraciones y quien piense una maldad pero no la cometa, no se le registrará nada. Pero si la lleva a cabo se le computará como una sola mala acción”. Dijo: “Descendí hasta Moisés, la bendición y la paz de Dios con él, y le informé.” Dijo: “Vuelve a tu Señor y pídele una rebaja”. Pero el Enviado de Dios, la bendición y la paz de Dios con él: “Dije: He vuelto tantas vees a mi Señor, que ya tengo vergüenza ante él”.

(MUSLIM. Dār al-Fikr, Beirut, h. 161, vol. I, pp. 170-174)

Javier Albarrán

[1] Según Muslim, es el lugar hasta donde alcanza el conocimiento de los ángeles y que sólo puede ser atravesado por el Profeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario